Según informa el diario local Cameroon Tribune, la masacre se inició a comienzos del mes de enero, luego de que militares que llegaron desde Sudán y Chán ocuparan la reserva ecológica, un popular destino turístico de la región.
De acuerdo a la prensa, los responsables forman parte de una red de cazadores furtivos que matan a los animales para luego traficar el marfil, cuya demanda en los últimos años ascendió a niveles estratosféricos, en especial por parte de compradores del continente asiático, no solo para emplearlo en la construcción de objetos de lujo, sino porque allí se cree que la materia blanca posee propiedades medicinales.
A pesar de los múltiples informes en la prensa alertando sobre la dramática situación, las autoridades todavía no han siquiera comentado sobre la matanza, generando críticas por parte de las oenegés internacionales, que lamentan la “impotencia” del gobierno para resolver el tema.
La población de paquidermos en el Parque Bouba N’djida está calculada en 400, y los locales temen que si continúa la masacre a este ritmo, en unos días podría ser aniquilados la totalidad de los elefantes en la reserva.
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