martes, 7 de agosto de 2012

La reserva ecológica Costanera Sur

Desde 1918 hasta 1950 miles de habitantes de la ciudad de Buenos Aires acudían a la Costanera Sur para refrescarse y bañarse en el Balneario Municipal hasta que el deterioro de las aguas a causa de la contaminación decretó la decadencia del paseo.

Hoy, de nuevo miles de habitantes de la ciudad de Buenos Aires acuden al mismo sito pero para disfrutar de un escenario diferente. Donde antes estaban las aguas del Río de La Plata, la naturaleza se apoderó del lugar gestando vida y esplendor utilizando como base y molde las prematuras ruinas del proyectado “Centro Administrativo de la Ciudad”. El abandono de un emprendimiento que pretendía ganarle tierras al río, azarosamente terminó regalándole a Buenos Aires un sitio único.

La Reserva Ecológica Costanera Sur es el aula de la ciudad de Buenos Aires donde todos sus habitantes y visitantes podemos aprender acerca de los beneficios que nos brinda la naturaleza y enterarnos de qué manera podemos conservar nuestro medio ambiente. Es, además, un sitio que permite una experiencia singular y reparadora de la mente y el espíritu, opción saludable y cada vez más necesaria en una de las ciudades más pobladas del mundo.

Lagunas y bañados

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Las lagunas conformaban el ambiente más representativo de la Reserva, no eran profundas y no estaban conectadas con el río; el nivel del agua variaba a lo largo del  año y dependía fundamentalmente del balance entre precipitación y evaporación.  A causa de la evolución que han tenido se secaron y su superficie la colonizó la vegetación, destacándose la presencia de totoras y otras plantas palustres. Incluso, han avanzado sobre la antigua Laguna de los Coypos cortaderales y bosquecillos de aliso de río.





Cortaderal, el mar de los pastos

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Una gran superficie de la Reserva está cubierta por esta gramínea que en época de floración adorna el paisaje con sus  “plumerillos” de color violáceo que ondulan con la brisa. También se la conoce como “cola de zorro”, nombre que alude a su característico penacho. En este penacho, que la planta enarbola en la punta de sus cañas que pueden llegar hasta los 3 metros,  se encuentran estratégicamente alojadas las semillas para que sean diseminadas por el viento.
El cortaderal alberga una variada vida animal. La maraña de raíces, tallos rastreros y hojas secas proporciona cuevas y refugios para pequeños roedores, ofidios y una gran variedad de invertebrados. Las espigas brindan alimento y posaderos para numerosas aves como verdones, tijeretas, chingolos, mistos y jilgueros.


Juncal y matorral ribereño

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El junco coloniza los bancos de arena apenas la profundidad y la periodicidad de las mareas lo permiten, sus rizomas contribuyen a fijar el suelo, y además los tallos retienen los sedimentos arrastrados por el río. Los juncales se desarrollan en las orillas de ríos y lagunas, en suelo arenoso-limosos cubiertos por el agua, pero que emergen durante las bajantes.
El matorral ribereño es una comunidad exclusiva del Río de la Plata y está integrada por arbustos o pequeños arbolitos de alrededor de 2 m de altura. Las especies son la acacia mansa, el sarandí blanco, rama negra, murta, palo amarillo y curupí.