La mañana amenazaba con llover, igualmente, salimos a recorrer la Reserva.
Casi 70 alumnos disfruaron de un lugar único, en la Ciudad de Buenos Aires.
Para muchos, ésta era su primer visita a la reserva. No podían imaginar que existiera un paisaje agreste y protegido en nuestra ciudad.
Dejamos atrás el tránsito, bocinas y comenzamos nuestro recorrido.
Conocemos las plantas autóctonas y nos explican la importancia de que se sigan plantando.
Vimos muchísimos mburucuyá, ceibos, anacahuita, sauces, alisos, cortaderas y cientos de aves, algunas anidando, otras sobrevolando la costa.
Despúes de 30 minutos de caminata por sendero de los plumerillos...llegamos al Río de la PLata.
El oleaje anunciaba una sudestada que se hacía notar.
En el plano superior, un buque, llevando containers al puerto, y areneras que arrastraban el sedimento.
El tiempo, resultó escaso, pero igualmente hicimos un alto para sacar fotos, tomar mates y bebidas y relajar las piernas.
Es un lugar privilegiado, una experiencia única, saludable y enriquecedora.
.
Es ideal, para caminar, correr, hacer ciclismo, observar la naturaleza, apreciar los colores que nos ofrecen los árboles, frutos y aves.
Además hay cursos, charlas, jornadas destinadas al público en general y profesionales vinculados a la conservación del ambiente.
La reserva ecológica favoreció el desarrollo de más de 1500 especies, entre ellas, 250 de aves, 9 de anfibios, 23 de reptiles, 10 de mamíferos, 50 de mariposas y 250 especies de plantas vasculares.
La visita fue planificada y llevada a cabo por las profesoras:
Irma Currás (lengua), Silvina Pessolano (historia) y Graciela Zelaya (geografía).
Casi 70 alumnos disfruaron de un lugar único, en la Ciudad de Buenos Aires.
Para muchos, ésta era su primer visita a la reserva. No podían imaginar que existiera un paisaje agreste y protegido en nuestra ciudad.
Dejamos atrás el tránsito, bocinas y comenzamos nuestro recorrido.
Conocemos las plantas autóctonas y nos explican la importancia de que se sigan plantando.
Vimos muchísimos mburucuyá, ceibos, anacahuita, sauces, alisos, cortaderas y cientos de aves, algunas anidando, otras sobrevolando la costa.
Despúes de 30 minutos de caminata por sendero de los plumerillos...llegamos al Río de la PLata.
El oleaje anunciaba una sudestada que se hacía notar.
En el plano superior, un buque, llevando containers al puerto, y areneras que arrastraban el sedimento.
El tiempo, resultó escaso, pero igualmente hicimos un alto para sacar fotos, tomar mates y bebidas y relajar las piernas.
Es un lugar privilegiado, una experiencia única, saludable y enriquecedora.
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Es ideal, para caminar, correr, hacer ciclismo, observar la naturaleza, apreciar los colores que nos ofrecen los árboles, frutos y aves.
Además hay cursos, charlas, jornadas destinadas al público en general y profesionales vinculados a la conservación del ambiente.
La reserva ecológica favoreció el desarrollo de más de 1500 especies, entre ellas, 250 de aves, 9 de anfibios, 23 de reptiles, 10 de mamíferos, 50 de mariposas y 250 especies de plantas vasculares.
La visita fue planificada y llevada a cabo por las profesoras:
Irma Currás (lengua), Silvina Pessolano (historia) y Graciela Zelaya (geografía).